martes, 22 de junio de 2010

El poeta, un caminante eterno

Gustavo Tatis, el joven poeta del Sinú mitológico, el niño grande...*

Las letras son esos símbolos que nos permiten materializar nuestro sentir, nuestros pensamientos y que nos ayudan a caminar o correr por los senderos que el destino nos impone. Los grandes pintores, poetas o músicos de gran sensibilidad, logran un acercamiento casi incomprensible con la divinidad, tal vez por su gran desarrollo espiritual, y Gustavo es uno de esos pocos seres. Pertenece al grupo de jóvenes escritores que crearon el conocido grupo El Túnel, siendo él, el de más corta edad del equipo y cuyo objetivo es el de dar a conocer la riqueza de la cultura del Sinú.

Es uno de los representantes de esa generación que al inicio de los años ochenta, irrumpen en el ámbito literario y periodístico, con toda esa fuerza y vigor típicos de la juventud, e inician la renovación de estas expresiones, desde el periódico El Universal. Sus letras entran como viento y lluvia, como un rayo de luz que se extiende hasta el mar de nuestros pensamientos. A veces nos parece ausente, pero no nos equivoquemos, los ausentes somos nosotros, incapaces de penetrar en su mundo lejano y profundo, en esa búsqueda interior de la belleza y la verdad absoluta. No logramos entender el combate que mantiene cuerpo a cuerpo como náufrago en el desierto de la vida. Gustavo posee a la naturaleza sin rozarla, permitiéndonos ver y entender el paisaje luminoso de su alma: “Sahagún allí donde el viento desnuda / su sonata de hojas / allí donde la tierra llora / un susurro indio y amoroso / allí donde el verano duerme sus hojas secas / en la tibieza de las chamarías de color amarillo y café / allí donde tengo enterrado mi ombligo / de ángel bajo los mamones / allí donde me han nacido alas y te espero.”

Este poeta que nos hace nadar sobre piedras y caminar sobre el agua, es uno de los representantes de la literatura colombiana, es parte de esta historia reciente que aún vivimos y no tenemos que contar como pasado, es alguien que seguirá, si Dios lo permite, llenándonos de palabras y de sueños. No quiero terminar sin mencionar a alguien que ha sido fundamental para él, su esposa Mary: “No sé qué hubiese sido de mí si no se aparece en el camino Mary, aquella muchacha discreta y amorosa que coleccionaba sin conocerme el puñado de palabras que he escrito desde niño en los periódicos. En medio de las tinieblas, cuando todo parece perdido en el oleaje sin sentido de la sobrevivencia, llega siempre ella con una flor. Con una piedra que ha salvado de las aguas. Con un pedazo de vidrio que ella pule para convertirlo en estrella. Con un pájaro que se ha escapado de repente de nuestras manos.” Gustavo: Sigue despojándonos de este disfraz que nos obligan a cargar y llévanos desnudos al interior de tus emociones, para poder anidar y procrear sentimientos en un mundo de paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario