martes, 22 de junio de 2010

Parque Bolívar de Cartagena De Indias

“El día de la inauguración, la luz del sol jugaba con los chorros de las cuatro fuentes que aún existen, causando admiración del público. Los cartageneros de entonces nos extasiábamos ante aquel “petit versalles”. Nunca habíamos visto el agua subir sino dentro del balde del aljibe”. (Don Daniel Lemaitre-Corralito de piedra-1949).

Era la Plaza Mayor de la antigua ciudad, la cual fue conocida con otros nombres: Plaza de la Catedral y Plaza de la Inquisición. En 1887, Don Henrique L. Román plantea la idea de construir ahí un parque dedicado a la memoria de Simón Bolívar. En sus inicios esta idea no fue bien recibida por algunos, pues en esa plaza se realizaban las fiestas de toros o corralejas en el mes de noviembre, pero esto se solucionó gracias a la intervención de Don Pedro Vélez Martínez, quien construyó en 1893, la primera plaza de toros, ubicada enfrente de la actualmente destruida Plaza de la Serrezuela. Se iniciaron entonces los trazados de la plaza, encargándole la obra al prestigioso arquitecto cartagenero, Luis Felipe Jaspe. La hermosa verja de hierro, fue trabajada en el taller del General Pedro Martínez y las elegantes puertas metálicas fueron traídas de Barcelona. Terminados los trabajos, se inaugura el parque en 1892, sin la estatua, pero con cuatro fuentes, verja, piso de mármol y faroles. En la zona central se colocó una caja con medallas y un pergamino con la firma del ilustre Dr. Rafael Núñez. Sobre esa cajuela se erigió en 1896, la estatua del Libertador, modelada en Munich por el escultor venezolano Eloy Palacio.

A partir de 1925, el parque empieza a sufrir un rápido deterioro; en 1930, las fuentes son convertidas en macetas. Después de varios años de variadas intervenciones, en 1991 el alcalde Manuel Domingo Rojas, promueve la restauración de las fuentes, y en 1999, el Dr. Miguel Raad, gobernador de entonces, asume la restauración del parque; es así como gracias al minucioso trabajo realizado en el 2000, por un selecto grupo de profesionales, bajo la dirección del arquitecto Fidias Álvarez, podemos hoy en día contar con esta hermosa obra republicana, donde el cielo es verde y el aliento de la ciudad se respira, donde el poeta piensa y observa la soledad de los hombres, donde los emboladores entregan a los extranjeros sus trucos de amor, donde mi padre me enseñó a conocer al hombre, a los “cuernavacos” y la vida libre de los periodistas y escritores, la vida de los verdaderos bohemios de Cartagena.

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