jueves, 24 de junio de 2010

LA FLOTILLA DE SUPERFICIE, EL PLACER DEL HONOR

En enero de 1988 se creó la Flotilla de Superficie de la Fuerza Naval del Caribe, agrupando las unidades de la antigua Escuadra de Mar. Hoy en día está compuesta por cuatro fragatas ligeras: A.R.C. “Caldas”, A.R.C. “Almirante Padilla”, A.R.C “Independiente” y A.R.C “Antioquia”; un buque multipropósito, el A.R.C “Cartagena de Indias” adquirido durante 1998; las unidades de desembarco y transporte A.R.C. “Morrosquillo”, A.R.C. “Bahía Honda” y ARC Bahía Portete”, las cuales cumplen misiones de control del orden público en toda la jurisdicción marítima y fluvial colombiana. Permanentemente custodian nuestros mares y ríos, brindándonos la seguridad que nuestra Nación necesita y merece. Su compromiso es total, luchan por brindarnos la paz, porque la lucha es vida. La defensa de la soberanía nacional y la acción del poder marítimo colombiano reposa sobre las unidades de superficie. Es de gran importancia destacar la labor que cumplen estos hombres en bien del pueblo colombiano, quienes son permanentes vigías que contrarrestan a los violentos.
Para entender su vocación, debemos remontarnos en el tiempo, hasta los preludios de la independencia, cuando el Almirante José Prudencio Padilla al mando de una escuadra Naval Patriota derrota a las Fuerzas Marítimas españolas en el Lago Maracaibo, sellando así cualquier posibilidad de reconquista territorial. Sin embargo, es imposible relatar en este breve espacio, la grandísima historia marinera de nuestro país, por tanto nos acercamos al recientemente pasado siglo XX, cuando el presidente de la República, el Dr. Alfonso López Pumarejo, firmó un decreto en 1934, donde se le brindaba becas a jóvenes colombianos para ingresar a la Escuela Naval. El 3 de julio de 1935, llegó a la estación del ferrocarril Calamar-Cartagena, (la Matuna hoy), el grupo de futuros cadetes seleccionados de diferentes regiones del país, y fueron trasladados en lancha desde el Muelle de la Bodeguita hasta el buque escuela MC Cúcuta, fondeado en la bahía. Desde entonces, para nuestra ciudad es un honor albergar a grandes hombres que siendo muy jóvenes, despliegan esa vocación noble que acompaña a todo marino.
En estas breves letras de nuestro inolvidable Eduardo Lemaitre Román, queda resumido el sentir verdadero de nuestros hombres marineros:
“Todo esto, lo ha hecho una institución compuesta de hombres, que como humanos al fin, son imperfectos; pero hombres con vocación de servicio, que al momento de definir su porvenir, y en medio de una sociedad materialista y metalizada, no vacilaron en escoger, a sabiendas, una carrera sembrada de dificultades y estrecheces, cuyo único fin es servir a la Patria. De entonces para acá, qué grande y qué honrosa ha sido la misión cumplida por los hombres que componen nuestra marina nacional! Que no ha sido solamente aquella que le es básicamente propia, o sea la de vigilar y defender, como lo han hecho...”

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