El agua ha sido considerada desde siempre fuente de salud, higiene y relajación. Una de las recetas más agradables de los médicos desde el siglo XIX, era la recomendación a sus pacientes, de ir a la playa a tomar baños de mar; este remedio obligó poco a poco a crear una prenda para tal actividad. Aunque es una prenda de uso para ambos sexos, me voy a referir a la evolución de ella, en el cuerpo femenino. En principio (1.850c) su diseño simplemente se basaba en la continuación del traje de calle, con mangas largas, faldón hasta la rodilla, pantalón bombacho y cuello alto.
Hacia 1920, el danés Carl Jantzen crea y diseña el primer vestido de baño con características más parecidas a las de hoy, el cual consistía en una prenda de lana, con escote y mangas tipo camiseta, con pantalones cortos como faldas que cubrían parte de los muslos, pero la verdadera revolución de esta prenda surge, según datos históricos en 1946, cuando el modisto Jacques Heim y el ingeniero francés Louis Réard, crean el traje de dos piezas, el tan conocido bikini, cuyo nombre se debe a las islas Bikini en el Pacífico.
En el año de 1960, con la invención de la lycra es posible realizar diseños más adheridos y moldeables en el cuerpo, surgiendo infinidad de formas en la prenda. Sin embargo, pensar que los vestidos de baño solo existieron desde el siglo XIX, no sería justo con la imaginación del ser humano, pues han sido descubiertos murales minoicos del 1.600ac., donde aparecen mujeres vestidas con prendas de dos piezas y con intenciones deportivas. Podemos afirmar que si una prenda de vestir ha sufrido evoluciones y mutilaciones a lo largo de la historia, ese ha sido el vestido de baño, el cual pasó de tener seis piezas en siglo XIX, a ser de una en el siglo XXI. Aquí no caben palabras, sino imágenes para disfrutar de estos clásicos de la moda femenina.
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