viernes, 25 de junio de 2010

TOMEMOS LOS HILOS DE LAS LETRAS

Nos disponemos a disfrutar y vivir la cuarta versión del Hay festival y por tal motivo nos sentimos inspirados a remontarnos al nacimiento y desarrollo del periodismo y la literatura en Cartagena. El periodismo en nuestra ciudad, nace en el siglo XIX, con el diario El Porvenir, guiado por la mano e ideas de nuestro incomparable Rafael Núñez, quien se valía libremente de la poesía, siendo ésta su instrumento de expresión de pensamientos e ideales; pero si me dispongo a hablar sobre poesía y periodismo en Cartagena, debo remitirme inevitablemente a nuestro inolvidable Jorge García Usta, a quien Dios, a pesar del poco tiempo que le prestó, le regaló tanto talento, tanta sensibilidad y amor por lo que le rodeaba, que pudo perpetuar por siempre todos esos sentimientos e ideas que burbujeaban en su cabeza, soltando letras que caían como pájaros que revolotean eternamente, para no permitirnos olvidar jamás la belleza de lo simple y cotidiano de una ciudad dormida en su costumbre de ser hermosa. Intentar resumir y ser justos con el inmenso valor literario de nuestra región Caribe y sus protagonistas, es tarea imposible de cumplir, por lo tanto, acudiré al ejemplar trabajo ya realizado por Jorge, en su ensayo:”Periodismo y literatura en Cartagena en el siglo XX”.-Los cronistas llaman al orden- : “A finales de los años treinta, aparece uno de los experimentos literarios más importantes de este siglo en Cartagena, el grupo Mar y Cielo. Los escritores de Mar y Cielo participan en la vida cultural de la ciudad e introducen también revisiones de la literatura nacional y de la tradicional española. .... Una aparente decisión del azar reúne en 1948 en Cartagena, a lo que hemos llamado el Grupo Cartagena, uno de cuyos integrantes, Ibarra Merlano, hizo parte de Mar y Cielo, otro, Rojas Herazo. El Grupo Cartagena es uno de los fenómenos culturales más importantes de este siglo para la literatura y la cultura costeñas y colombianas. Las contribuciones del Grupo Cartagena al periodismo y a la literatura de la ciudad son gigantescas, pero nos referiremos a unas pocas: la redefinición de los géneros periodísticos como espacios de posibilidades literarias, lo que los lleva a utilizar en el caso de Rojas Herazo y García Márquez, un lenguaje y una estructura literarias en sus columnas de prensa. El nacimiento de un diario liberal como El Universal, de Domingo López Escauriaza, no hubiera significado mayor cosa dentro de una historia periodística más o menos monótona y politicista, si no aparece una de las figuras capitales del periodismo colombiano de este siglo, Clemente Manuel Zabala, silencioso eje de la renovación del periodismo y la literatura regionales. En esa misma década, en la corriente reformadora y abierta de Zabala, la obra divulgativa de Santiago Colorado fomenta la publicación del cuento, un género no muy explorado hasta los años 70. Alfredo Pernett, representante del espíritu de Torices, refleja los hábitos, mentalidades y filosofías del mundo popular. Aníbal Esquivia Vásquez, quien tramita los signos de la modernidad literaria y logra horadar los muros del predominio historiográfico con los aires profundos y divertidos de la crónica urbana, seguidor del espíritu crítico de López y de su filosofía... Desde la librería Mogollón hasta la librería de Pío Alfonso García, que mantuvieron la divulgación de las novedades literarias universales; desde la revista rojo y Azul, que albergó los primeros versos juveniles de Luis Carlos López, y el grupo de la revista Líneas, hasta los lunes literarios de El Fígaro, que dieron alojo a la saludable revuelta maricielista, o las páginas de Muros, que dirigió Moisés Pinaud, en las que sobresale el talento de cronista de Esquivia Vásquez, desde las páginas de Arte y Letras de Blasco Caballero o Letras de Santiago Colorado, hasta las páginas de Cine Arte Bolívar o Voces en El Universal, desde la novela histórica de Germán Espinosa y el cuento carnavalesco de Burgos Cantor, hasta la novela existencial de Alberto Sierra y la poesía popular de Pedro Blas Julio; desde el desparpajo humorístico de la revista La Caterva, hasta la rebelión múltiple de la revista En tono menor, obras que registran otras sensibilidades literarias, política y sexuales, como las de Gómez Jattin: en todos estos esfuerzos la búsqueda de la modernidad literaria y periodística ha logrado establecer las más significativas continuidades de su espíritu hasta llegar al final del siglo con un inventario que, sin duda, dejó atrás la pobreza descrita por el tuerto López en uno de sus momentos más amargos y conmovedores”. Así como Jorge García Usta nos lleva de la mano manteniéndonos despiertos, golpeándonos la memoria mientras nos cuenta nuestra historia literaria, es necesario que continuemos ese hilo y caminemos por la ruta marcada por otros personajes que nos llenan con el poder infinito de las letras, como son: Juan Zapata Olivella, la huella de Jorge Artel, Eduardo Lemaitre, Rómulo Bustos, Gustavo Tatis, Burgos Ojeda... son tantos y tantos que permanecen en la fortaleza de nuestro corazón, pero que escapan a la fragilidad de nuestra memoria.

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