La discapacidad es inherente al hombre y tan antigua como el origen mismo de la vida. Este tema ha sido abordado de diferentes maneras, dependiendo de la época, civilización, cultura o creencias de cada grupo social. La discapacidad tiene muchas caras: el abandono, la vergüenza, la muerte, la explotación, el lucro y la rehabilitación. Uno de los primeros signos de aceptación de esta condición, es la creación de elementos de ayuda. Según cuenta la historia, la primera silla de ruedas de la cual tenemos noticia, es una ilustrada en un vaso griego. Si avanzamos un poco mas, encontramos que la primera silla de ruedas conocida como tal, fue la del Rey Felipe II de España (1570 aprox.) Fueron los europeos, hacia 1590, los primeros en asumir la discapacidad como tema de estudio. La primera patente de una silla de ruedas aparece referenciada en 1869.
El pintor español Francisco de Goya, realizó en 1812, un dibujo que nos expresa el lenguaje de las manos, tal vez creado por su propia angustia al enfrentar la sordera. Todos han sido elementos desarrollados ante la búsqueda de soluciones, pues el hombre es un solo ser que está dividido en partes que se mueven de manera coordinada, pero cuando algo falla en esa cadena, y se pierde ese ritmo, las demás piezas necesitan ayuda para continuar trabajando, y poder llenar el vacío. Pensar en la discapacidad duele, nos atemoriza, y nos reta a enfrentarnos a nuestra realidad y a la fragilidad de la vida misma.
La discapacidad nos permite alcanzar la comprensión de lo inexplicable, a través de ella, podemos encontrar las respuestas a nuestras dudas ante la vida. Debemos entender que es una de las tantas formas como logramos comunicación con la verdadera realidad interna del ser humano, es ese hilo trenzado y grueso que nos ata al escenario vivo de nuestra existencia.
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