jueves, 24 de junio de 2010

¡¡¡NO NOS CAMBIEN POR DOS DE 20!!!

A los 40, los 50 o más, no eres una anciana, no estás en el declive de la vida, empiezas a disfrutarla desde otra perspectiva. Es cuando tu seguridad y la aceptación de ti misma llegó a su plenitud, te conoces perfectamente, estás consciente de tus virtudes y defectos, pero sobre todo tienes la experiencia suficiente para vivir con ellos. Sabes hacerte valer y sabes darte tu lugar y ganarte el respeto de todos. Decides si esto o aquello te hace feliz, y si no, simplemente pasas a otra cosa. Tienes a tu disposición mil y un avances tecnológicos y científicos para hacer tu vida más cómoda y sin complicaciones; te dedicas tiempo a ti misma, te consientes y te mimas.
En este período han pasado las privaciones, sacrificios (no preocupaciones) de la maternidad, ahora podemos vivir plenamente con nuestra mente y nuestro cuerpo. Buscar nuevos horizontes, ya con la experiencia del camino recorrido, pisando fuerte, firme y con gran seguridad. Hoy las mujeres de mas de 4, 5, 6... décadas, estamos llenas de ímpetu, pasión, valor, ganas de hacer cosas, cargadas de una vital actitud. Somos médicos, cajeras, obreras, arquitectas, científicas, empresarias, intelectuales, amas de casa .... casadas, separadas, solteras, madres , hijas, hermanas, nietas, abuelas, esposas, amigas, amantes... Somos mujeres apetecidas, marcadas con las huellas que nos deja la experiencia, pero en perfecto estado de revista, somos lindas!. Cada estría, cada arruga, tiene un profundo valor, son las marcas del amor, de la entrega absoluta a otro ser. Son la muestra indiscutible de la preferencia de Dios por nosotras mujeres, nos regaló el privilegio que el hombre jamás podrá tener: sentir mariposas en tu vientre, sentir la creación de la vida en tus entrañas, tener por siempre un hilo invisible atado a la vida, porque ese cordón umbilical que te cortan en la sala de partos jamás se corta, los hombres no lo saben, pero esa cicatriz llamada ombligo, es la huella que Dios deja para no permitirnos olvidar la magia de la existencia.
Tal vez hoy necesitamos lentes para leer, pero no para vivir, pues la visión de nuestra mente esta más clara que nunca, porque nos vemos como somos realmente. Pues bien, aquí estamos, con el físico y el espíritu que nos merecemos y que nos hemos labrado. Estamos presentes, más presentes que nunca, porque nos amamos, amamos y deseamos que nos amen. ¡No nos jubilen, por favor!

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