martes, 22 de junio de 2010

Una Mirada en el Silencio

Robar un rostro y devolverlo impreso, capturar miradas llenas de fuerza, limpias y auténticas, saber ver la luz en los rostros, revelar el espíritu y la esencia del protagonista, es el verdadero reto de un retrato. El retrato bien logrado, revela una verdad oculta. Una arruga, una lágrima, una sonrisa, una mirada, un mechón de pelo, el brillo o la opacidad de unos ojos, la luz en las facciones, son todos elementos indiscutiblemente humanos. El retrato percibe tanto el espíritu del autor como el del protagonista y nos descubre el lugar y el tiempo en el cual vivieron. Desde los inicios de la fotografía, esta práctica se realizaba, siendo los primeros y más destacados fotógrafos retratistas, Nadar, Julia Margaret Cameron, Etienne Cariat, Antoine Samuel y Fernando Navarro entre muchos más que se dedicaron a esta actividad, desde el siglo XIX. El fin era meramente estético y artístico; éstos actuaban más como pintores con una nueva herramienta. En su momento, ésta actividad creó una gran polémica, para finalmente ser reconocida como una nueva tendencia artística. Éstos fotógrafos seguían los cánones estéticos de la pintura, y a su vez, la pintura también se ha valido siempre, de la fotografía para su desarrollo. Hoy en día las técnicas han cambiado, pero la esencia es la misma. El retrato es la luz del silencio, es el plano que guarda celoso la inmortalidad.

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