martes, 22 de junio de 2010

LA FOTOGRAFÍA AYER: RETOQUE, LA FOTOGRAFÍA HOY: ¿RETOQUE O MANIPULACIÓN?

Siempre, en cualquier tema, las mayores dificultades las encontramos cuando llega el momento de marcar los límites, cuando determinar hasta dónde algo es aceptable o discutible. La fotografía, como cualquier profesión, tiene muchísimas vertientes: la fotografía social, la documental o periodística, la artística, la publicitaria, etc. Cito esto, pues dependiendo del uso y fin de la imagen, las alteraciones pueden considerarse éticas o no. La fotografía periodística o documental, tiene un compromiso ineludible con la verdad, por lo tanto, su trabajo debe ser presentado sin alteraciones, caso diferente a la fotografía artística o publicitaria, cuyo fin es otro. Sin embargo, un buen fotógrafo es aquel que hace la foto al momento de hacer clic, y no sentado horas y horas frente a un computador, pues el ojo del buen fotógrafo, es ese capaz de ver más allá, es el que logra mostrar lo que percibe, es ese que consigue que su foto nos cuente más cosas que la sola imagen inmediata. Cuando vemos una foto, se supone que estamos leyendo una realidad, en cambio en pintura (que también son imágenes), el artista es dueño de su imaginación, por lo tanto, el fotógrafo solo puede ser dueño de la suya, cuando para el espectador es claro el uso de la técnica, cuando es evidente esa manipulación, es decir, cuando no nos sentimos engañados con intensidades “sutiles”. Hay que saber distinguir entre retoque y manipulación y el uso ético de las técnicas. Desde que existe la fotografía existe el retoque, el cual podía convertir un negativo con muchas manchas, en una imagen nítida, o una foto en blanco y negro convertirla en una llena de color; también ha existido siempre la recuperación y restauración. Hoy en día el retoque ha sido tomado de una manera muy ligera, tanto, que me pregunto si nuestros nietos podrán aprender una historia sin mentiras, si el famoso refrán: “una imagen vale más que mil palabras”, se podrá seguir utilizando. Más de un nieto se preguntará por qué su abuela tiene las cejas juntas y gruesas, si de joven en la foto de la pared se ven separadas y finas. Es tan peligroso no respetar los límites, que podemos estar enfrentándonos a un mundo exento de verdades, donde la identidad del ser humano se pierde y donde solo valen los estereotipos que nos venden los medios de comunicación. También es cierto que vemos muchas veces fotos manipuladas no por su autor, sino por quien las publica; además de la falta de ética, esta práctica quebranta el derecho de autor, el cual prohíbe la alteración de una obra de arte o de una fotografía. Cuando se es autor de una foto, es igual que el autor de un escrito, jamás podremos hablar de Cien años de soledad, obviando el nombre de su autor Gabriel García Márquez. Quien crea algo, es dueño de esa creación por siempre, y no es permitido que nadie lo manipule, lo cambie u omita su nombre como autor, aún cuando le compren la obra. Si un pintor vende un cuadro, no le borran su firma del mismo, ni le agregan pinceladas. Algo tenemos que tener siempre presente: la fotografía nos debe hablar con la verdad, jamás debe tratar de engañar al espectador, cuando se manipula debe ser evidente, al hacer un retoque es para restablecer la realidad, no para cambiarla. Si esto no se controla, no podremos ni siquiera creer en lo que nos dicen las imágenes.

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