domingo, 27 de junio de 2010

A TAL CASA, TAL ALDABA: Golpes del pasado

Con un silencio que sonaba a compañía eterna, Don Eustorgio frotaba los estoperoles de bronce y las aldabas con cara de león. Al escuchar el sonido del viento que a lengüetazos aliviaba el sopor de la una de la tarde, secó de su frente dos gotas de sudor llenas de sal marina, de esa que se le impregnó en la piel cuando en la mañana enfrentó al mar y al horizonte para preguntarles el futuro de ese día. El mar no le contestó sus preguntas, pero él sabe que el que calla otorga. Se levantó despacio, el único sonido era el crujido de sus articulaciones que se comportaban igual que las aldabas de su colección. Las chancletas se levantaron con él, caminando lento, rozando las baldosas de colores, mientras Don Eustorgio recorría las paredes húmedas de su habitación, tapizadas de estoperoles y aldabas coloniales. Vicio, ja! Dicen que es un vicio, y a ellos qué les importa? Si supieran cuánto saben, cuántos secretos guardan!. Esto pensaba mientras miraba fijamente una aldaba con forma de dragón con un gran aro en su boca. Sabrán ellos cuántas veces sentiste el fulgor de amores clandestinos y oscuros? Tu eras el encargado de llamar al amor! Solo hoy los difuntos son los testigos de tu complicidad. La puerta se abre lentamente, dejando pasar a Fulgencio, su gato rayado y quien siempre se sentaba a esa hora a escuchar la misma historia, día tras día. Fulgencio, ven aquí, mira ésta, te gusta? Esta anunció grandes triunfos en la casa de Don Emiro Del Toro, como cuando fue nombrado gobernador de la ciudad; y ésta, ésta recibió golpes rápidos y ansiosos cuando al final de la tarde con gran ansiedad llegaba a visitar a mi dulce Catalina, y qué te parece aquella? En mis oídos aún retumban los golpes secos anunciando la muerte de Don Benito...míralas, todas anunciaron alegrías, tristezas, pasiones atoradas en la garganta. Sabes Fulgencio cuál es el origen de las aldabas? Fueron los árabes, quienes inicialmente colgaron estos maravillosos utensilios en la entrada de sus casas para llamar a sus habitantes; la palabra era “addabba”, que significaba lagarto, por su forma parecida a ese animal. La conocemos como aldaba, pues se “castellanizó”. Si, éste es uno de los legados de nuestro pasado. Mira, en los siglos XIV y XV, las bañaban en oro, tallaban en plata, las repujaban o le hacían incrustaciones de piedras; por la aldaba de la puerta, te dabas cuenta de la posición económica de la familia y su importancia. En América, durante el siglo XVIII, se fundieron una gran cantidad con miles de formas y estilos. No, ellas no pueden morir en la quietud de una puerta, esperando, mirándonos en silencio, sobrellevando la débil arrogancia de los modernos artilugios. Ayer tan útil, hoy tan olvidadas! Ellas golpean nuestra memoria! Sintió de repente una gran desesperación, en su mente se anidaron los recuerdos, Fulgencio se dio cuenta que la sesión de ese día había terminado, y sigilosamente se deslizó por la línea de luz vertical de la puerta, mientras Don Eustorgio masticaba con sus dientes desgastados, sus recuerdos. A las seis de la mañana en su rostro inmóvil estaba dibujada una sonrisa, su mano derecha levantada y en las pupilas de sus ojos un gran portón con una brillante aldaba y su hermosa Catalina.

1 comentario:

  1. Recordé inmediatamente la casa en la que viví varios años en la callde de la moneda, en el Centro. Siempre me pregunté por ese objeto y nunca nadie me había explicado, no se me ocurrió buscar en internet porque lo había dejado en el olvido. Muchas gracias por escribir esto.

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